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martes, 23 de diciembre de 2014
domingo, 14 de diciembre de 2014
Domingo Gaudete
Hoy es Domingo Gaudete. En plena cuaresma también hay un Domingo
parecido pero, mientras que en Adviento el Domingo de la Alegría es un aviso de
que está más cerca el Día que esperamos, es como un anuncio de lo que está al
llegar, sin embargo en Cuaresma es el Domingo de “respiro” de la intensa
purificación y camino de conversión hasta la Pascua, un Domingo en el que en
medio de la lucha hay un descanso para recuperar las fuerzas, el ánimo,
recordar nuestra redención del pecado y del mal.
Desde este Domingo Guadete las dos figuras del Adviento se nos hacen
más presentes. Juan y María van mostrando el camino hacia el cumplimiento de la
Promesa antigua, de las palabras proféticas de Isaías: se restaurará la armonía
primera, perdida, el equilibrio en el bien, se reconciliará todo en el Niño que
nacerá, que meterá la mano en la hura del áspid, el que hará que cordero y león
duerman en el mismo lecho, descansen juntos (Is 11, 1-10). Esos días de paz
llegarán.
María y Juan muestran con sus propias vidas el paso previo a esa
bonanza: que el hombre reconozca quién es Dios y quién es él, que acepte con
humildad su ser de criatura y deje ídolos, se convierta, hasta adorar solo a su
Dios como Señor de su vida. Los dos, María y Juan, darán la clave. Juan
aceptará que el que estaba detrás de él se ponga en su sitio, delante, y le
servirá como siervos indignos incluso de desatarle el cordel de su sandalia.
María dirá palabras semejante y vivirá ese mismo estado de criatura ante su
Dios y Señor. “He aquí la sierva del Señor. Hágase en mí según tu palabra”.
María cantará reconociendo que Él ha mirado la humildad de su sierva y le ha
complacido hasta el punto de elegirla para la misión de ser su madre.
Se llegará a la reconciliación perdida (Eclo 48, 9-11), a la armonía y
a la paz, al mundo nuevo, al hombre nuevo, cuando éste reconozca que él es la
criatura y Dios es su Señor. De ahí brotará la alegría perfecta. Una unión con
Dios como una alianza esponsal (Is 61, 10-11). Es lo que hoy celebramos, el
motivo de nuestra alegría. Todo está en su sitio (apokatastèsei), todo en su
orden. María y Juan nos enseñan a ello, a preparar el camino al Señor, nuestro
seno, nuestro interior, para que Él venga a ocupar su puesto en medio del
cosmos, del mundo, de nuestra vida, como el Señor y Dios nuestro.
Os invito a todos a vivir este tiempo de modo apremiante: Él está muy
cerca, apresurémonos a vivir como Juan y María: no somos nosotros los dueños de
la vida, digamos con ellos “Soy tuyo/a, Soy tu siervo/a. Hágase en mí según tu
quieras” y demos, como Juan, un paso hacia atrás para que Él se ponga delante
de nosotros en el camino.
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